Meditando en lo siguiente: Dios no mira lo que mira el hombre:

Meditando en lo siguiente:
El Rey Saúl y el Rey David (cuyo corazón era conforme al corazón de Dios).
Es muy interesante cómo estos dos líderes eran tan diferentes.
Saúl: el escogido del pueblo.
David: el escogido de Dios (uno que amaba a Dios desde sus comienzos).

Como seres humanos, por naturaleza, muchas veces somos llevados por la apariencia externa de una persona. Pero Dios conoce las cosas que no son visibles, aquellas que no podemos ver con los ojos naturales.

Nota:
Por su apariencia, Saúl se veía como la mejor elección, pero él no tenía un corazón dispuesto a obedecer a Dios. Saúl no amaba a Dios, no se deleitaba en Él, no amaba al pueblo y no fue sensible a la voz de Dios. Saúl no tenía el deseo de cumplir los deseos del corazón de Dios. ❤️

Vemos cómo David:

  • Era sensible y amaba a Dios.
  • Un valiente guerrero. Tocaba el arpa y escribía canciones. ¡Qué maravilla!
  • Se deleitaba en Dios. La presencia de Dios era lo más importante en su vida.

Miremos lo que escribió en el Salmo 84:10:
“Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad.”

Nota importante:
Dios preparó a David para el servicio mucho antes de que fuera conocido como el rey de Israel. David pasó años tras años en preparación, tras bambalinas. Durante ese tiempo, enfrentó dificultades, aflicciones, adversidades, desafíos y persecuciones.

“La espiritualidad de David se refleja en su gran fe en Dios.”
“David, además, demostró tener sabiduría y sensibilidad espiritual en su deseo de edificar la casa de Dios. Su deseo era que Dios tuviera un templo para Él.”

¡No huyas del proceso, porque es nuestra preparación!
Muchos quieren ser utilizados por Dios, pero pocos desean pasar por una preparación seria para que Dios se manifieste verdaderamente en sus vidas.
Una de las cosas que he descubierto en este viaje es que Dios nos prepara en lugares secretos. Él usa la adversidad y esos momentos difíciles, que nadie quiere pasar, para moldearnos, formarnos y, durante todo el proceso, espera que confiemos en Él. Mientras Él nos da forma, lo hace de acuerdo con su propósito para nosotros. ¡Cuando Él nos procesa, nos prepara y nos capacita para cumplir nuestro propósito de vida!


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